El miedo incita a la imaginación, provocando así una mente engendradora de bizarradas grotescas, más allá de los límites de la razón.
El terror genuino brotará cuando se manifieste una criatura monstruosa, que supere a la propia fantasía y cuya mera visión sea incompatible con la asimilación humana.
Es el punto de no-retorno a la cordura.
Yo mismo he sido inconsciente de la aberración malsana que corroe mi alma, hasta que la abominación se ha vuelto irreversible.
Había algo insólito en mis parpadeos…
Que pululaba durante los micro-periodos de oscuridad intra-párpados, concernientes a cada pestañeo.
Cuando mantuve mis ojos cerrados y me concentré en la nebulosidad adyacente…
Vislumbré movimientos sinuosos e indefinidos.
Eran como…
¡Tentáculos apelmazados y palpitantes!
De súbito, atisbé…
¡Ojos!
Me miraban desde dentro de mi propia esencia.
Era como la visión de mi abismo ignoto particular, devolviendo cada una de mis horrorizadas miradas.
En medio de mi creciente pavor, inferí que durante mis estados de sueño nocturno, la susodicha presencia interna y latente se revelaba ante mí hasta llegar la vigilia; ergo se desvanecía en mi espíritu, borrando el recuerdo reciente.
Tuve que recurrir a un hipnotizador para atar cabos.
Por lo visto, el abyecto monstruo que reside adentro de mi ser, nutriéndose con mi sustancia, puede ser definido como una especie de demonio cósmico o dios oscuro, proveniente de allende el universo.
¡Un ente lovecraftiano en toda regla!
Procedente de otra dimensión y que pretende usarme como portal de entrada para presentarse de sopetón en el planeta Tierra.
Su designio: merendarse la humanidad al completo.
Antes debe reventar mi cuerpo físico para lograr su propósito.
Tomará forma y aspecto en nuestro mundo, a través de mis vísceras.
Me siento incapaz de obstaculizar su proceso vital.
Necesito ayuda omnipotente.
Algo desconocido ralentiza su avance, es evidente que de no ser así, ya hubiera hecho acto de presencia en el mundo terrenal.
El reloj corre en mi contra.
Requiero conocimientos arcanos para elaborar una estrategia defensiva impecable.
El execrable horror cósmico demoniaco impide la comunicación con las entidades que podrían ampararme, interceptando todos los mensajes celestes enviados en mi auxilio.
¿Qué opinión te merece este post lovecraftiano?
¿Se te ocurre alguna entidad todopoderosa que pudiera ayudarme? Esta cuestión puede generar secuelas en mi narración inconclusa.
¿Puede ser considerado este relato de horror cósmico, como una analogía con mis circunstancias mundanas?
Te invito a contactar conmigo, mediante mensajes abajo, en la zona de comentarios; rogando que no sean bloqueados por el rol abyecto y protagónico de esta historia bizarra.
A modo de anexo, evoco mi párrafo lovecraftiano favorito, perteneciente a los populares Mitos de Cthulhu:
«Vivimos en un apacible islote de ignorancia, en medio de tenebrosos mares de infinitud, pero no fuimos concebidos para viajar lejos; algún día descubriremos la pavorosa situación que ocupamos, en las terroríficas panorámicas de la realidad.» La llamada de Cthulhu.-
El antedicho texto se refiere a que la realidad es insondable y el mundo que habitamos se halla sumido en la relatividad.
Desconocemos absolutamente la mayor parte de lo que hay en el interior del planeta Tierra, así como en las misteriosas simas oceánicas.
Es curioso, más sobre todo inquietante, el hecho de conocer más datos acerca del Sistema Solar, que los relativos al fondo marítimo o a los enigmas ocultos bajo el manto terrestre.
Debajo de la Antártida por ejemplo, se hallan un sinfín de incógnitas, en forma de fenómenos perturbadores.
Asimismo, añado el tema referente a la inmensidad del cosmos: el espacio sideral y la verosimilitud sobre la existencia de universos paralelos, realidades alternativas y otras dimensiones arcanas.
¿Piensas que las historias fabulosas que cuentan los escritores, han sido transmitidas en sus mentes por algún tipo de entidad cósmica, divina o demoniaca?
Te leo debajo, en los comentarios.