He transcendido mi propio infierno como mago bizarro.
El abismo de lo ignoto se despliega ante mis ojos incógnitos.
La incertidumbre de lo desconocido me aguarda dentro de un silencio sepulcral.
Mi periplo místico comenzó en un mundo oscuro particular.
El lugar donde me hallaba recluido junto a mis demonios internos.
No podía escapar de ellos porque yo los había creado y dado vida.
Forman parte de mi esencia pero no de mi identidad.
¡Yo no soy mis demonios!
Aunque he vivido subyugado por ellos.
Hasta los monstruos necesitan descansar; por ende, aproveché un momento descuidado de su parte.
Me fugué de la prisión que yo mismo me había fabricado, a través de un portal opaco, más negro que la oscuridad misma.
Al otro lado encontré…
Lo que más temía…
De la tenebrosidad de mi alma, había germinado un inmenso infierno.
Allí sí podría haber terminado mis días mortales, manteniéndome preso durante mil sobrevidas.
Incluso mi alma inmortal habría quedado encerrada para toda la eternidad.
Pese a todo, también vislumbré una salida.
No había puertas ni ventanas, tuve que aprender a ser uno con la magia, para darme cuenta de que todo era una ilusión.
Al sentirme culpable de mis pecados, me auto-castigué en una búsqueda desesperada de la propia redención.
La magia genuina estaba latente dentro de mí, pero nunca fui capaz de activarla porque jamás creí en su existencia.
Mis poderes mágicos solo afloraron a raíz de la intervención de un hada.
Una bella hechicera de cabellos dorados con el rango de princesa, en su remoto mundo feérico.
Ella fue la apasionada Morgana de un atormentado Merlín de baja estofa.
Los lances entre estos dos roles siempre desencadenan trágicas consecuencias.
No obstante, esa es otra historia que antecede a la presente; una precuela que no viene a cuento narrar hoy.
En la actualidad…
Más allá del infierno, ahora estoy en mi abismo de lo ignoto.
Un paraje infinito.
Escucho voces lejanas.
Son palabras que no entiendo.
No sé de adónde provienen.
Si de lo que dejo atrás o de allende el nuevo horizonte.
Los mensajes son confusos e ininteligibles.
Pienso que si me adentro en el paisaje reciente, ya no podré volver atrás.
También en esto me equivoco.
Libre albedrío.
Libertad absoluta para decidir y elegir.
Puedo avanzar, retroceder, retornar, flanquear o quedarme quieto.
El misterio es la gracia de la existencia.
La seguridad aparente es la muerte sin remisión.
La certeza de lo incierto es mi camino.
De súbito, comprendo algunas de las comunicaciones recibidas.
Varias de ellas son de los tiempos pretéritos que he dejado por detrás.
Las que proceden de la referida hechicera feérica son algo inconexas, ergo solo algunos efluvios logran penetrar adentro de mí.
Otras más diversas son inéditas para mí.
En todo caso…
Mis demonios siguen conmigo.
No me abandonan.
La clave está en amarlos y aprender de ellos.
Me pongo en movimiento…
¡Ejecuto un salto de fe!
Tampoco voy a revelar mi rumbo elegido.
Soy un mago bizarro, con el rostro oculto entre brumas y el corazón malherido por las vicisitudes.
Doy la bienvenida al futuro más esperanzador que soy capaz de imaginar, en mi estado de ánimo actual.
¿Qué opinión te merece este relato bizarro de aparente ficción fantástica y presunta realidad quimérica?
¿Posees tu propio viaje de auto-conocimiento?
¿Has iniciado o avanzado en tu periplo místico?
¿Eres una persona pragmática o espiritual?
¿Has ejecutado ya tu salto de fe particular?
Te leo abajo, en la zona de comentarios.
El antaño mago sin rostro ya no tiene corazón.