«Hay quien dice que el mejor de los troyanos es superior al mejor de los griegos.»
«Prueba tus tretas conmigo, no con él.»
«Tú posees tu espada y yo tengo mis tretas; usamos el talento que nos dan los dioses.»
Diálogo entre Odiseo aka Ulises y Aquiles aka El de los pies ligeros en el filme Troya (2004).
En este post me voy a centrar en el talento de Aquiles, el destructor de hombres.
Su don era matar, aniquilar a los adversarios, sin pedir ni conceder cuartel.
«No hay pactos entre leones y hombres.» Le espetó en la cara al príncipe Héctor aka El domador de caballos, justo antes de su legendario y fatídico duelo singular.
Héctor, sin duda era el mejor guerrero de los troyanos; no obstante, nunca fue un rival digno para el Pélida.
Me refiero a la epopeya de Homero, no a la película.
De hecho, el domador de caballos ni siquiera venció a Patroclo en buena lid, solo le asestó el golpe de gracia; después de que el dios Apolo le arrebatara la armadura, para que recibiera una lanzada procedente de otro guerrero troyano.
Héctor tampoco derrotó al formidable Áyax, como sí ocurre en el filme, en el poema épico quedaron en tablas; después intercambiaron sus armas como presentes, siendo este acto considerado un mal augurio, dado el luctuoso destino que aguardaba a los dos fornidos guerreros.
Patroclo era prácticamente igual que Aquiles en habilidades de combate; no fue un imberbe primo (como en la película, Áyax en cambio, sí era primo del Pélida en la mitología), sino su amigo y compañero de armas.
Patroclo sí obtuvo el permiso de su comandante para portar la armadura de Aquiles en la funesta batalla.
El susodicho trío de griegos (Aquiles, Patroclo y Áyax) fue adiestrado por el mítico y sabio centauro Quirón, instructor del mismísimo Heracles aka Hércules.
Los más duros contrincantes de Aquiles fueron la reina de las amazonas, Pentesilea (de la que se enamoró al descubrir su rostro después de matarla), y el gigantesco etíope Memnón, también abatido por el destructor de hombres.
El de los pies ligeros fue un luchador violento y cruel, con arrebatos de incontenible ira, en uno de ellos estuvo a punto de matar a su propio rey de los aqueos: Agamenón; solo la mano de la diosa Atenea, sujetando al líder de los mirmidones por sus rubios cabellos, impidió el regicidio.
Aquiles se presentó en Troya, navegando al mando de cincuenta barcos rápidos, con cincuenta mirmidones cada uno; su ejército privado de paladines de élite: los temibles luchadores creados a partir de hormigas por el dios Zeus.
Con Aquiles en las filas de los aqueos, parecía inverosímil que las tropas del rey Agamenón no se alzaran con la victoria; fue a causa de la discordia surgida entre los dos mencionados señores de la guerra, que el Pélida decidió dejar de combatir y por ende, la guerra se alargó innecesariamente, poniéndose incluso a favor de los troyanos del rey Príamo.
El destructor de hombres retornó en batalla a causa de la muerte de Patroclo a manos de Héctor.
Entonces comenzó la aniquilación de los troyanos.
Se desencadenó la terrorífica ira de Aquiles con afán de venganza por la muerte de su amigo íntimo.
Enloquecido de rabia, con una nueva y flamante armadura forjada por el dios Hefesto (herrero de los dioses olímpicos), el de los pies ligeros entró en liza con vehemencia.
Se llevó por delante a todos los oponentes que le plantaron cara, enviando al Hades una larga fila de héroes troyanos; incluyendo al príncipe Héctor (cuyo cadáver arrastró después, atado a su carro, frente a los muros de Troya), más los ya citados Memnón y Pentesilea.
Todos los ríos de la zona se tiñeron de rojo, mediante la sangre troyana y de sus aliados.
Asimismo, el paladín de Ilión, Eneas, se enfrentó al vengador griego; sobrevivió a la pugna pese a ser derrotado, gracias a la intervención de su madre: la diosa Afrodita.
Finalmente, el antihéroe aqueo pereció a causa de su único punto débil, el famoso talón de Aquiles, donde recibió un flechazo disparado por Paris, el hermano de Héctor; la flecha letal fue teledirigida por el archi-enemigo divino del Pélida: el dios Apolo.
Hay versiones que cuentan que el mismo Apolo eyectó la saeta con su propio arco mitológico.
Ahora entiendo que en la cinta cinematográfica de 2004, Brad Pitt en el rol de Aquiles, decapite sin atisbo de duda la estatua de su dios-verdugo; ante la cara de estupefacción (por no decir terror) de su segundo al mando.
Después de la muerte del líder de los mirmidones, hubo una escaramuza de los soldados troyanos contra Odiseo y Áyax, por el trofeo del cuerpo sin vida y la valiosa armadura del caído.
El héroe Áyax logró recuperar el cadáver y lo llevó de vuelta al campamento aqueo, en donde se realizaron juegos fúnebres en honor del ya legendario guerrero.
La magnífica coraza le fue concedida al ingenioso Ulises; a consecuencia del desaire, Áyax se volvió loco y terminó suicidándose con su propia espada, después de cometer varias tropelías.
Por supuesto, Aquiles no tuvo oportunidad de participar en la incursión tras los muros de la ciudadela sitiada, oculto en las entrañas del popular caballo de Troya; su joven hijo, Neoptólemo, sí participó en la expedición que puso punto final a diez años de truculenta guerra.
Pero esa, ya es otra historia…
De aquellos que vivieron en los tiempos de Héctor, el domador de caballos…
De aquellos que vivieron en los tiempos de Aquiles.
¿Quién es tu personaje favorito de la fabulosa guerra de Troya?
¿Has elegido bando entre los aqueos o entre los troyanos?
¿Qué opinas del antihéroe Aquiles?
Te leo debajo, en la zona de comentarios.