¿Por qué siento fascinación por los vampiros?
Transilvania, mediados del siglo XIX: castillo del poco conocido conde Drácula.
Estas sencillas palabras fueron la causa de múltiples desvelos durante mi infancia.
La culpa de todo fue de la Hammer Productions.
Al menos en principio.
Porque yo era incapaz de ver un filme completo de la mencionada productora cinematográfica.
Si veía el comienzo de alguno de ellos, ponía pies en polvorosa cuando empezaba a levantarse la tapa del ataúd del denominado Príncipe de las Tinieblas.
Solo por leer las sinopsis de las susodichas películas, quedaba condenado a varias noches llenas de pesadillas.
Una semana entera estuve sin dormir, después de ver en el cine un reestreno de El baile de los vampiros (1967), de Roman Polanski.
Esa presunta parodia de las cintas de la Hammer, era mucho más terrorífica que algunas de las películas que intentaba remedar.
Después comencé a leer cómics de La tumba de Drácula en Marvel y relatos gráficos de monstruos en las legendarias páginas de revistas como Dossier Negro, Creepy, Vampus y similares.
Luego empecé a leer novelas del mismo género: Drácula, Carmilla, Frankenstein y narraciones cortas sobre vampiros del siglo XIX.
Una de esas antologías de relatos vampíricos, lleva el sugerente título de: No todos los vampiros beben sangre.
Asimismo, he leído dos epopeyas vampíricas: Las Crónicas de Anne Rice & La Saga Necromántica o del Necroscopio por Brian Lumley.
Mi último trauma infantil relacionado con los no-muertos, fue en mi primer visionado del TV Film: El misterio de Salem’s Lot (1979), de Tobe Hooper en su adaptación de la novela de Stephen King.
Aún recuerdo con claridad la aterradora secuencia del niño-vampiro llamando por la ventana a su hermano, para vampirizarlo y mostrar después las consecuencias en la espeluznante escena del cementerio.
Ulteriormente a esta experiencia, todo fue disfrute y gozo en mis visionados y lecturas de storytelling vampírico.
Además de convertirme en el poseedor de gran cantidad de archivos arcanos sobre estos monstruos refinados.
El aspecto de los vampiros tiene que ser hermoso para atraer a las víctimas potenciales, añadiendo un atisbo de peligrosidad, que sirva de advertencia a los ojos de un buen observador.
Por eso mismo se han ganado la fama de elegantes y seductores, como si hubieran sido instruidos en La Antigua Escuela de Amantes; con el objeto de convivir en relativa armonía, con los seres humanos en los que se ceban.
Es evidente que con un aspecto monstruoso o bizarro, asustarían a sus presas en vez de embelesarlas.
Hay quien dice que los presuntos demonios y además visitantes de dormitorio, conocidos con la denominación de íncubos & súcubos, son de la misma especie que los vampiros; pues también se nutren con los fluidos y la energía vital que desprenden los durmientes, a través del acto sexual completo.
De hecho, algo que yo desconocía, es que los íncubos y súcubos también actúan al mismo tiempo, como pareja de depredadores.
Pues mientras el súcubo succiona los espermatozoides del durmiente masculino (cópula mediante), el íncubo se encarga de dejar embarazada a la durmiente femenina (por vía coital); ergo los resultados consisten en la propagación de esta especie demoniaca.
El motivo principal de mi obsesión apasionada, acerca de los muertos redivivos, es el siguiente:
El miedo a envejecer, a la enfermedad y a la muerte sin remisión.
Tengo un deseo vehemente de inmortalidad, iluminación y redención.
¿Qué me dices de ti?
¿Temes o deseas a los vampiros?
Te leo debajo, en los comentarios.