¡Qué magnífico valor!
Cuando un auténtico guerrero desenvaina su espada, no tiene que elegir a quién va a matar; debe decidir a quién va a permitir vivir.
Esta máxima del filme The Man in the Iron Mask (1998), se refiere en concreto a los mosqueteros; no obstante, a mí me parece digna del código Bushido de los samurái.
Pienso que este designio puede aplicarse a cualquier espadachín de élite.
En términos generales, el camino del guerrero no es más que aprender a aceptar la muerte.
Cuando un combatiente entra en liza, estando en evidente inferioridad numérica y posicional, se está enviando a sí mismo a morir.
No hay retirada ni rendición; es preferible perecer en buena lid, antes que capitular y terminar languideciendo entre los muros de cualquier tipo de prisión.
El riesgo mortífero es inevitable en el campo de batalla.
Recuerdo un programa de televisión de hace unos años:
El guerrero más letal.
¿Te suena?
Se ejecutaban simulacros de duelos singulares entre la flor y nata de los militares y luchadores de la antigüedad.
Soldado espartano versus ninja; berserker vikingo versus nativo americano apache o comanche; samurái versus mosquetero…
Cualquier pelea que los guionistas quisieran recrear.
Los actores que interpretaban a los paladines eran especialistas y artistas marciales.
Los libretistas dirimían quién se alzaba con la victoria en cada contienda.
Si la controversia hubiera sido entre ejércitos con batallas campales y navales, los resultados podrían haber sido diferentes.
En combate singular todo depende del adiestramiento, el nivel y la excelencia marcial de cada duelista.
También cuenta la variedad y la calidad del armamento, así como la destreza en su empleo.
Lo ejemplifico con una escena cinematográfica de la cinta El guerrero número 13 (The 13th Warrior, 1999):
«Un vikingo muy fuerte físicamente, se enfrenta a otro de apariencia más débil, que oculta su habilidad marcial; el segundo resiste como puede el ímpetu del primero, y en un momento dado, simplemente lo esquiva y lo decapita cuando tiene la ocasión propicia.»
En la suma de todas las aptitudes, aumentada exponencialmente por la categoría de cada una de ellas; el resultado de la operación (aderezada con el factor-suerte) decide quién vive (triunfo) y quién muere (derrota).
«Durante el combate, se debe seguir un curso de acción inesperado.» Miyamoto Musashi.-
Los legionarios romanos veteranos se reían de los novatos cuando los veían practicar con sus aceros.
Los principiantes acometían tajos y mandobles en sus entrenamientos.
Los avezados observadores sabían por su experiencia, que el modo más eficaz de matar a un hombre es mediante estocadas.
Esa era la técnica de las legiones romanas: protegerse con escudos y pinchar con pilum & gladius.
¿Qué opinas del noble arte de la esgrima, del bushido y las películas de espadachines?
Te leo abajo, en los comentarios.
D’artagnan: «No todos los lances se resuelven con la espada.»
Athos: «Otros, en cambio, no se pueden dirimir sin ella.»
El hombre de la máscara de hierro (1998); filme escrito y dirigido por Randall Wallace, adaptando una de las historias de Alexandre Dumas.