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Si no te gustan los bullicios ni las multitudes ni la gente ruidosa…
Si no entiendes porqué existen en el mundo personas malvadas que perpetran crueldades…
Si lo que más deseas es tener el poder de cambiar las cosas que no te gustan…
Enhorabuena, tienes potencial para ser un ángel.
Los ángeles son antropomórficos, o quizá los seres humanos tengamos cuerpos físicos basados en las criaturas angelicales.
Tal vez fuimos entes angélicos en el pasado, o es posible que haya que pasar primero por una fase humana, para ir adquiriendo progresivamente facultades angelicales.
En el fascinante mundo de la angelología, podría ser que nuestros actos humanos nos hagan medrar en la jerarquía angelical, si obtenemos el premio de volver a esa naturaleza (haciendo méritos humanos para ganar el don de ser un ángel).
Un ángel caído sigue siendo un ángel, aunque haya perdido sus alas.
- «Demonio» viene de «daimon»: inteligencia y conocimiento.
- «Lucifer» de «Lucem Ferre»: portador de la luz y claridad.
- «Satanás» de «Ha-Shatán»: cuestionador, opositor y adversario.
Los ángeles son paladines al servicio de Dios, ergo los ángeles caídos deben ser ángeles rebeldes.
Sus poderes son desconocidos, pero sin duda que pueden tele-transportarse a cualquier lugar del multiverso.
Cabe la posibilidad de que algunos ángeles caídos, con el tiempo se transformaran en vampiros, para adaptarse a la existencia en el planeta Tierra.
Hay diversos tipos de historias clásicas de vampiros:
- Personas normales llegan a algún lugar perdido, plagado de vampiros.
- En las historias modernas, el lugar perdido ya no es necesario; la narración puede ocurrir en cualquier urbe de la civilización actual.
- Lo no-muertos son en esta opción, los que se trasladan a algún lugar civilizado, para propagar el vampirismo.
- En la novela de «Drácula» se desarrollan las dos opciones.
- Hay una tercera opción, que pertenece al género de la ciencia-ficción:
- Las crónicas de futuros post-apocalípticos: asolados por plagas, de zombis o seres vampíricos que anteriormente eran humanos y han sido transformados por infección vírica o experimentos de laboratorio.
Añado la opción bizarra…
En este caso todo depende de la imaginación del narrador o del escritor.
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Como ejemplo me refiero al estrambótico filme de la mítica productora Hammer:
«The Legend of the seven golden vampires.»
También conocido como Kung fu contra los siete vampiros de oro.
Se cuenta lo que pasaría si el Conde Drácula viajara a China transformado en oriental.
Casualmente en la región también se halla el legendario profesor Abraham Van Helsing, dando conferencias sobre vampiros en la zona.
Añadimos luchadores de artes marciales, agitamos la coctelera y el resultado es esta película.
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Perdóname, pero tus colmillos están en mi cuello.
Los intrépidos mata-vampiros.
Más popular en España como El baile de los vampiros.
Es una película de 1967 dirigida por Roman Polanski y protagonizada por él mismo y por la malograda Sharon Tate.
Es una parodia sobre los míticos filmes de vampiros concebidos por la productora Hammer.
A pesar de ser una comedia, tiene escenas realmente siniestras y algunas son aterradoras.
Sin duda que da más miedo que muchas películas de vampiros «serias».
Salen cazadores de vampiros, hermosas damiselas en apuros, aldeanos asustados y por supuesto…
¡VAMPIROS!
Todas las secuencias están impregnadas de una atmósfera tétrica y lúgubre, como un cadáver sin sangre.
Al final del divertido y aun así trágico filme, la voz en off del narrador comenta que los protagonistas van a extender por todo el mundo, el virus del vampirismo que habían pretendido erradicar.
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El vampiro es un habitante de tu sombra…
Esta estancia conlleva dos opciones:
Opción 1:
El exterior es un reflejo de nuestro interior.
La personalidad que muestras públicamente es tu ego.
Lo que ocultas, lo que reprimes, lo que no quieres que los demás conozcan; es el reverso de tu ego.
Allí puede estar agazapado tu vampiro interno, como una sombra pendiente de manifestarse cuando él lo decida, por encima de tu voluntad o de acuerdo con ella; quizá el vampiro sea tu auténtico «yo».
Tú eres el habitante de tus sombras, tu interior es lo que realmente deseas, es tu verdadera faz.
Opción 2:
Tu pasajero interno no eres tú.
Hay algo o alguien dentro de ti, pero es ajeno a tu identidad.
Percibes su presencia, sabes que está pendiente de todo lo que haces, pero no le conoces y no puedes controlarle.
Ese vampiro puede alimentarse de ti o nutrirse con las personas que se relacionen contigo.
Para controlarle o eliminarle, necesitarás ayuda; bien adiestramiento místico para ocuparte tú mismo del huésped no invitado, o un aliado espiritual y mágico que expulse al demonio o lo adopte a tu servicio.
Un exorcismo o una alianza.
Es preferible dialogar o incluso amar a los demonios internos, están con nosotros por alguna razón: traumas, problemas no resueltos, miedos atávicos o factores desconocidos.
Me gustaría conocer tu opinión sobre los temas expuestos en este post, te leo en los comentarios…