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La penumbra se disipa con los rayos de luna; cuando el bosque profundo comienza a clarear, se vislumbran formas concretas.
Cuando el castillo es reconocido como existente edificación; descartada la probable alucinación, es cuando la razón discute con la abominación.
Por un lado esa construcción denota civilización, lo salvaje queda atrás; pues deben ser hombres y mujeres, los que habitan tras sus muros.
Pero picoteando la cordura, brotan las dudas.
En lo más profundo del bosque tenebroso, donde no hay caminos ni veredas, ni luces adyacentes que anuncien villas o aldeas vecinales; no hay más edificios que el solitario castillo, en lo alto de un risco.
La figura de un único murciélago, cuando generalmente vuelan en grupo, se recorta contra la luna llena, pareciendo más grande de lo normal; aunque en la distancia, las medidas y las perspectivas, difieren de lo habitual.
El aullido de los lobos a la espalda del caminante, apremian a la hora de tomar la vital decisión.
Volver a internarse uno en la espesura; donde la oscuridad, el frío y las alimañas hacen peligrar la supervivencia.
Penetrar en el castillo desconocido, donde la incertidumbre y misteriosos anfitriones, amenazan en ciernes con sus perniciosas presencias.
Hay que elegir, recordando que la cueva en la que temes entrar (castillo en este caso); es donde te aguarda el tesoro que andas buscando.
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Hay lugares ignotos en el mundo, donde germinan flores arcanas, lejos de las miradas mundanas; existe el mito de que algunas de ellas, florecen exclusivamente de noche, con la luz de las estrellas.
Cuentan las leyendas que en el caso de sorprender a visitantes no invitados, contemplando furtivamente el florecimiento nocturno; serán ejecutados en el acto, sin juicio previo, por los vigilantes ancestrales del emplazamiento.
No hace falta viajar al abismo de lo ignoto, para presenciar todo tipo de flora; pues no sé cuál es mayor pecado: contemplar furtivamente flores prohibidas, o ignorar continuamente los árboles, las plantas y las flores que tenemos a nuestro alcance.
Una de las acepciones de abismo es: Realidad inmaterial inmensa, insondable o incomprensible. Ignoto significa: No conocido ni descubierto. Ergo estar en El Abismo de lo Ignoto quiere decir: Estar uno absolutamente desorientado y perdido; buscando respuestas a las múltiples dudas existenciales, en un lugar remoto donde no hay nada.
En el microcuento con el que comienza el post, subyace una duda existencial, da igual lo que elija el caminante, las dos opciones son peligrosas y posiblemente perniciosas; pero elegir avanzar lleva implícito obtener conocimientos y una evolución vital en el camino hacia la sabiduría y la iluminación.
Ganar experiencias y superar los miedos, conlleva transcender al siguiente nivel místico.
Es justo perder ante las vicisitudes; no es sano perder contra el miedo.
3 respuestas a «El abismo de lo ignoto»
Maravilloso e inquietante post. Enhorabuena una vez más. Un abrazo. 😉
Muchas gracias, ML. El inquietante mundo de los miedos y las dudas existenciales: El abismo de lo ignoto. Un abrazo. 😉
[…] En la zona desconocida se encuentra El Abismo de lo Ignoto. […]